Retablo Mayor de la Transfiguración de Cristo en el Monte Tabor.
Retablo de la Transfiguración en el Monte Tabor. Sacra Capilla del Salvador. Úbeda (Archivo fotográfico de Juan Ángel López). |
Por Alonso de Berruguete. Siglo XVI. Reconstruido entre 1958 -1965.por Juan Luis Vassallo. Retablo Mayor de la Sacra Capilla Funeraria del Salvador. Úbeda (Jaén).
En el monte Tabor se puso de manifiesto, por medio de la transfiguración (Mateo XVII, 1 a 13), que Jesús poseía una identidad divina. Durante unos momentos fue Dios, por eso vinieron a hablar con el dos de los grandes patriarcas de Israel. La mejor manera de que los tres discípulos predilectos adquiriesen la seguridad de que estaban siguiendo al portador de la Verdad.
La Transfiguración es un importante hecho de la vida de Jesús, en el que anticipa la gloria de su resurrección.
La Sacra Capilla de El Salvador de El Salvador, obra capital del Renacimiento Español, es fundado como panteón familiar por Francisco de los Cobos, secretario de Carlos I de España, en un momento determinado de la década de 1530.
Es proyectada por Siloé y ejecutada por Vandelvira. La construcción concluyó en 1559, muerto ya el fundador.
El altar mayor, panteón familiar o rotonda funeraria, es sin duda uno de los más espectaculares de la ciudad y más bonitos de la cristiandad. En el podemos admirar en su retablo el grupo escultórico de la Transfiguración de Cristo en el Monte Tabor.
El autor de la Historia de Úbeda, Miguel Ruiz Prieto, dice hablando de la Sacra Capilla de El Salvador, fundada por el Comendador Mayor de León, D. Francisco de los Cobos(32):
“…El retablo del altar mayor es suntuoso y de un mérito incomparable, obra según tradición, de Alonso de Berruguete, amigo de Pedro de Vandelvira…
…En el centro, se destaca la sublime imagen del Salvador, transfigurado en el Tabor; tiene a su lado a los profetas Elías y Moisés y recostadas a sus pies, las enérgicas figuras de los Apóstoles, Pedro, Santiago y Juan, poseídos de asombro. Parece que vibran en el espacio las señaladas palabras del primero: ¡Señor, hagamos aquí tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías! A los lados del depósito del Sacramento hay cuatro hornacinas, ocupadas por pequeñas imágenes de Adán y Eva, San Sebastián y san Roque. A los lados del retablo, se abren cuatro nichos que ocupan los evangelistas, que fueron tallados en piedra por Pedro Evieta en 1631, por cuyo trabajo recibió cien ducados…”
Tiene este altar la indulgencia de sacar un ánima del Purgatorio, en cada misa que se celebre; concesión debida al Papa Paulo III y que concedió por su breve fechado a 2 de Mayo del 1537.
Saqueado el templo por incontrolados e incultos, la imagen del Señor del grupo escultórico del Tabor, se salvó sorprendentemente del expolio, llevada a Barcelona para ser vendida, fue recuperada por Coca Weglinson y el 28 de Marzo de 1941, la imagen fue devuelta al templo el 28 de marzo de 1941.(33) Las demás imágenes del grupo escultórico fueron reconstruidas por Juan Luis Vassallo entre 1958 -1965.
La categoría de Juan Luis Vassallo como escultor y su prestigio como imaginero le permitieron la realización de encargos tan importantes y de tan gran responsabilidad como las restauraciones el San Cristóbal o la Inmaculada de Montañés conocida popularmente como "la cieguecita" así como el Jesús del Silencio de Pedro Roldán.
.Pero por encima de todas destaca la restauración que hizo para la Sacra Capilla de El Salvador de Úbeda, en la que trabajó durante varios años, sacrificando de buen grado mucho tiempo y algunos encargos. En el marco de un completo arreglo del templo, se le encargó la reconstrucción de las figuras de Moisés, Elías y los tres apóstoles destruidas totalmente y la restauración de la del Salvador, todas del grupo de la Transfiguración en el Monte Tabor, obra de Alonso Berruguete en el altar mayor de dicha iglesia, realizada por el artista renacentista hacia 1559. Como tantas otras obras de arte, resultó prácticamente destruida durante la Guerra Civil, de tal modo que la restauración ofrecía serias dificultades y no menos riesgos.
Sin embargo, Vassallo puso de sí todo su afición y conocimiento durante mucho tiempo de tal modo que al final el acierto remataría su trabajo. En cuanto a la figura del Salvador, retuvo las mutilaciones sufridas y las partes dañadas con gran sensibilidad y atención. Por su parte, para la realización de las cinco figuras destrozadas que se disponían a los pies del Salvador, estudió detenidamente la información gráfica que existía. Tras ello, se planteó la ejecución de un grupo que, sin ser una copia exacta del original, lo recordara por la disposición de las figuras y por el violento movimiento de las mismas, logrando un trabajo que rememorara el espíritu de Berruguete, lo que, sin duda, tuvo que costarle un gran atrevimiento a Vassallo, cuya producción religiosa se caracteriza por la serenidad y el equilibrio.
El resultado fue la circunstancias que hoy podemos observar, en la que el gaditano nos dejó una obra que concuerda perfectamente con la imagen del Salvador que había cincelado Berruguete. Esto no lo habría podido crear un simple copista ni un imitador, sino un escultor con indiscutible capacidad, minuciosa observación e impecable técnica. En definitiva, Vassallo volvió a lograr, con humildad y sencillez, una perfecta conjunción de lo nuevo con lo antiguo.
(32) Don Lope de Sosa. Febrero 1928, núm. 182.
(33) Pedro Mariano Herrador Marín. <Nuestras Cofradías en el Siglo XX. 1939-1960>, pág. 27.