Estructura interna de una Virgen Dolorosa. |
La Virgen dolorosa aparece por vez primera como figura devocional y aislada en el arte cristiano después de la crucifixión de Cristo. Esta creación iconográfica venía precedida y preparada por una abundantísima producción poética. Gran parte de ella consistía en monólogos que se cantaban en Oriente y que los cruzados divulgaron por sus respectivos países al regresar de los Santos Lugares. Tales composiciones, henchidas de dolorísmo lirismo, suscitan un lamento poético general, que sobresalió en el admirable llanto franciscano, atribuido al hermano Jacopone de Todi y que Lope de Vega glosaría después de tres siglos después de un cántico de idéntica denominación: el Stabat Mater.
“La Madre Piadosa estaba
junto a la Cruz y lloraba,
mientras su hijo pendía;
cuya alma triste y llorosa,
traspasada y dolorosa,
fiero cuchillo tenía”.
Esta dramática composición poética fue seguida literalmente por los imagineros que eligieron a la Madre de Jesús dolorosa con destino a las cofradías penitenciales. De ahí que la representen con un pañuelo en la mano derecha para enjugar su llanto y un puñal clavado en el pecho.
El puñal que seguidamente se duplicó por cinco y luego por siete en atención al numero de dolores que la Virgen padeció. En realidad lo que quiere decir con la colocación de un solo puñal es la primera Angustia soportada por maría que le fue profetizada por el anciano Simeón (Lucas 2, 35) el día de la presentación de Jesús en el templo al indicarle que “tu alma será atravesada por un cuchillo”. Luego, en el siglo VII, San Efrén volverá sobre este tema asunto al relatar en uno de sus Trenos o Lamentaciones de la Virgen Madre cómo ésta se enfrente con sus recuerdos y, sollozante, exclama: “¡Ay!, Simeón; mira, ahí está la espada que atraviesa mi corazón”.
El interés que existe en Andalucía hacia las imágenes de vestir hace que la mayor parte de Vírgenes que desfilan procesionalmente es estación de penitencia durante la Semana Santa sean maniquíes articulados. Mientras los Cristos suelen anatomizarse, las imágenes de la Virgen prescinden de esta fisonomía para centrase en que su cabeza se detalla el rostro, en que popularmente se le llama “mascarilla”, y el cuello; un tronco tosco y apenas pormenorizado que, según los casos, se prolonga hasta el pecho, la cintura o las caderas; dos brazos articulados y sin anatomizar que terminan en manos de talla. Estas presentan las palmas extendidas y los dedos ligeramente flexionados al objeto de portar los atributos tradicionales de estas imágenes; un pañuelo en la mano derecha y a tenor con su iconografía, un rosario, la corona de espinas y los clavos en la izquierda. Finalmente, una bastidor troncónico, conocido en los ambientes cofradieros como “candelero”, que forma la parte inferior del cuerpo de la Virgen.
Luego, los fabricanos y los camareros, o las camareras, las vestirán pacientemente con la saya y el manto bordado, las harán el “rostrillo” de blondas y las tocarán con una corona de oro o plata. Una vez finalizada esta operación intimista, recatada y lírica, la imagen queda apta para subirla al trono e iniciar su estación penitencial.
El triunfo adquirido por este tema iconográfico ha sido tan amplio, que la casi totalidad de las Vírgenes que cumplen estación penitencial durante la Semana Santa, reciben la advocación genérica de “Dolorosas”. Según Montes Bardo (21), al hablar de las advocaciones marianas, nos dice lo siguiente:”…Desde hace seiscientos años la literatura mística viene desarrollando paralelamente a la Pasión de Cristo la Compasión de María porque la Virgen experimentó la Pasión en su corazón. La totalidad de las cofradías ubetenses lo recuerda con las advocaciones marianas que acompañan los pasos de Cristo.”
En Castilla y Andalucía abundan las imágenes de este estilo que normalmente, sobre todo en Andalucía, son de candelero o carrete, como ya he dicho anteriormente.
Esta versión original de Madre Dolorosa corresponde a motivos de devoción popular que no siempre han sido aceptadas por la iglesia Católica ni por los tratadistas de Arte. San Juan de la Cruz calificaba esta tradición, la de vestir ricamente a las imágenes, de detestable; igual calificación se le otorgaba en el Sínodo gaditano de 1591; y el cardenal don Fernando Niño de Guevara, en las constituciones del Arzobispado de Sevilla, en el Sínodo de 1604, decía que “las imágenes de Nuestra Señora… se aderecen con sus propias vestiduras, hechas decentemente”. Sin embargo, las tradiciones religiosas en Andalucía y Murcia han hecho caso omiso de tales recomendaciones contrarreformitas y han desplegado, a través de los últimos siglos, una gama completísima de composiciones de Vírgenes al pie de la Cruz, que se alejan de la verdadera significación del dolor de María, a no ser que se iguala a la Madre Dolorosa con la esperanza y la alegría inmediata a la Resurrección de Cristo.
Es muy interesante además el estudio de Jesús María Palomero sobre el las Vírgenes de la Semana Santa de Sevilla, en el que captamos el significado que pueden tener estas tallas de candelero por la posición de las manos, el número de lágrimas, el doblamiento de las cejas y el gesto de la boca. Pues bien, en fotografías que este señor reproduce en su estudio, y tras la contemplación directa por nosotros de estas imágenes sevillanas, creemos que sólo algunas poseen legítimo valor artístico. Entre las que situamos a Nuestra Señora de los Dolores de Córdoba; la Piedad al pie de la Cruz, de Gregorio Fernández, en la Penitencial de la Vera Cruz de Valladolid; las Angustias de Juan de Juni; las Dolorosas de Francisco de Salzillo y su escuela en Murcia o la Virgen de los Dolores de Luis Salvador Carmona en La Granja de San Ildefonso Granja de Segovia. En Andalucía tenemos la dolorosa de José de Mora de la iglesia de Santa Ana de Granada, o la actual Virgen de los Servitas de la iglesia de san Felipe Neri en Málaga, del escultor Fernando Ortiz, del siglo XVIII.
Úbeda cuenta con un amplio muestrario de imágenes marianas, como la Virgen del Amor, realizada por José María Palma Burgos, la cual se aparta de los prolegómenos de la Pasión, concebida como joven doncella y no como madre. También, desprovista de connotaciones dolorosas, procesiona la imagen con advocación mariana de la Paz en San Nicolás de Bari, realizada en 1970 por Bartolomé Alvarado.
Como imágenes de dolorosas encontramos a la Virgen de la Esperanza realizada en 1955 por Coullaut Valera en el templo de San Pablo; a la Virgen de Gracia perpetrada en 1986 por Ramón Cuadra Moreno, se venera en San Pedro; también tenemos la Virgen de la Caridad de Francisco Palma Burgos tallada entre 1959 y 1960, que recibe culto en San Isidoro (22); así la Virgen de la Fe; sufragada en 1943, para la iglesia de San Pablo, es obra de Amadeo Ruiz Olmos; la Virgen de los Dolores de Jesús Nazareno, estrenada en 1959 y realizada por Francisco Palma (22).
Como nota característica el manto de esta imagen pertenecía a nuestra Señora de Palma, de la cofradía sevillana del Cristo del Buen Fin y fue realizado en los talleres sevillanos de Elena Cano.
Burgos, viene a sustituir a la realizada en 1943 por Amadeo Ruiz Olmos (23); la Virgen de la Amargura de Juan Luis Vassallo Parodi realizada en 1953 y donada para el convento de Santa Clara; la Virgen de los Dolores de la Expiración, obra de los escultores Manuel Mazuelo y Manuel Guzmán Rodríguez Doblas (24), ejecutada en 1960, se guarda en la iglesia de la Trinidad; la Virgen de la Soledad efectuada en 1943, por Amadeo Ruiz Olmos y María de las Lágrimas (25), bendecida en 2004 y ejecutada por Manuel Martos Leiva, se guarda en la capilla del Deán Ortega. La cofradía de la Sentencia, estrenará la Virgen de las Penas cuyo autor es el cordobés Francisco Romero Zafra.
También cabe destacar las popularísimas Dolorosas de las hornacinas de las callejas ubetenses. Entre la que cabe destacar la Virgen del Dulce Nombre de María, que se encuentra en el muro de lo que fue la antigua ermita de San Marcos en la calle Fuente Risas.
(21) Joaquín Montes Bardo. <Arte y discurso simbólico en Úbeda y Baeza.> Pág. 86.
(22) Como nota característica el manto de esta imagen pertenecía a nuestra Señora de Palma, de la cofradía sevillana del Cristo del Buen Fin y fue realizado en los talleres sevillanos de Elena Cano.
23 Al ver el gran parecido que tenía esta imagen con la Virgen de la Soledad, se optó sustituirla, por la actual. Pedro Mariano Herrador Marín. <Nuestras Cofradías en el siglo XX. 1939-1960>. Tomo II.
24 Su importe fue de 18.000 pesetas, donados por el entonces vicepresidente, D. Ramón Díaz Saro.
25 Esta imagen Dolorosa, destaca de las demás, por ser más morena, de mayor de edad, y ser la única de Úbeda, que lleva en su rostro las siete lágrimas.
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