La Flagelación, por Francisco Palma Burgos. Úbeda. (Foto Archivo de la Columna). |
Primaron quitaron el manto blanco a Jesús con el que mandó Herodes que se le cubriera para escarnecerle. Una vez le dejaron con la espalda al aire, le ataron a una columna del patio y le azotaron brutalmente con la flaga (9), sin importarles arrancarles la piel a tiras. Pero el martirizado no instó ni un solo grito, aunque sí los estertores propios de quien contiene el dolor.
Excepto San Juan, los otros tres evangelistas exponen los malos tratos sufridos por Cristo tras el proceso civil-religioso. San Marcos es el de descripción más gráfica: “y luego empezaron a escupirle y tapándole la cara débanle golpes... y los ministriles le daban de bofetadas”. En cambio San Lucas, a pesar de describir este momento, omite en su Evangelio los azotes y la coronación, si bien sigue en la mayor parte de sus textos a San Mateo y a San Marcos.
Castilla León y Andalucía Oriental (y en ocasiones la región murciana) poseen las mejores muestras de este momento pasionista. Según el ya mencionado Montes Bardo (10) nos dice sobre esta escena pasional: “Durante mucho tiempo la escena se representó en el Pretorio. Pilatos aparecía sobre un estrado y Jesús atado a una alta columna que sostenía la bóveda de la sala. Desde el siglo XVI, y sobre todo desde el XVII, la escena se llena de emotividad. La columna es pequeña, tanto que no le sostiene, ni Él puede erguirse ante ella. Sus manos permanecen atadas a una argolla sin poder apoyarse. Así la pueden azotar más fácilmente el pecho y la espalda. Esta pequeña columna se veneraba en la iglesia romana de Santa Práxedes. Traída de Jerusalén por el cardenal Colonna en 1223, pasa por ser la columna de la Flagelación.”
Así el modelo formidable es el Cristo atado a la Columna de Gregorio Fernández, en la Vera Cruz de Valladolid, del cual decía el doctor Marañón que era anatómicamente perfecto. Excepcionales son también las obras de Diego de Siloé y sus seguidores, como ocurre en nuestra provincia con el Cristo a la Columna de la parroquia de Santa María de Andujar, el Cristo del Perdón de Granada, o el de Azotes y Columna, de las cofradías fusionadas de la parroquia de San Juan en Málaga. Sin embargo, este pasaje de la Pasión tiene realizaciones originalísimos en ciudades como Antequera, con el Cristo del Mayor Dolor, de la iglesia de San Sebastián, que representa a Jesús en actitud sorprendente y única en la iconografía española. Igualmente, en la iglesia de Santa María de Alcalá la Real se venera una talla, reproducción acertada de la original, de Alonso de Mena, de Cristo recogiendo las vestiduras del suelo tras los azotes, bajo la advocación de la Humildad. Estas dos últimas imágenes reflejan fielmente la visión de Santa Brígida, adoptada por Roberto de Aquino: “Así que le cortaron las sogas, cayó por muerto en aquel lago de sangre, que estaba al pie de la columna, y allí estuvo palpitando, revolcado en su santísima y preciosísima sangre”.
En cuanto Úbeda, mencionaremos en primer lugar que en los desaparecidos soportales de la calle Real, se veneró una imagen del Cristo de la Columna, instalada en la hornacina de esta casa soportal y que se trasladó posteriormente a una hornacina de la Antigua Casa Consistorial.
En 1925, se funda la Hermandad del Señor de la Flagelación, y toma como imagen titular una antiquísima talla que procedía del extinguido Monasterio de San Francisco. Dicha imagen sigue los cánones clásicos del estilo renacimiento Siloesco, de autor desconocido fue destruida en los trágicos avatares de 1936.
El tormento de Jesús aparece caracterizado en la imagen de Jesús atado a la Columna, que realizó Paco Palma en 1942. Atado a una columna de fuste bajo el cuerpo de Cristo se inclina, con la espalda arqueada bajo los efectos de la Flagelación y las piernas algo flexionadas, la cabeza resulta algo más artificiosa y menos realista, con el pelo recogido en la nuca. El rostro es lo más expresivo, con un rictus de dolor y mejillas hundidas con pómulos muy marcados. El cabello se muestra muy trabajado, con plétora de finos mechones y el cuello tenso con algunas heridas. Sigue en línea con los modelos del siglo XVII y XVIII, supone una reflexión sobre la degradación física y psíquica a la que Jesús es sometido y de la que su desnudez casi palpable, supondría un estudio máximo. Según el ya mencionado Montes Bardo (11), nos dice acerca de este paso: “...se inspira en el grupo procesional de Gregorio Fernández existente en Ávila y tiene la misma lectura estremecida.” Además dicha imagen guarda cierta similitud con la imagen que realizó Paco Palma en 1941 para la hermandad malagueña del Cristo de la Humillación.
El Cristo flagelado subirá al altar en San Isidoro: el resto de las figuras de los sayones también de Palma Burgos se recogen en los almacenes de la cofradía.
(9) Cadenilla de hierro rematada con huesecillos y bolas de plomo.
(10) Joaquín Montes Bardo. <Arte y discurso simbólico en Úbeda y Baeza.> Pág. 85.
(11) Ibídem. Pág. 85.
(11) Ibídem. Pág. 85.
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