miércoles, 15 de mayo de 2019

LA ESCULTURA CONTEMPORÁNEA EN LA PROVINCIA.

En la segunda mitad del siglo XIX se asiste a un resurgimiento piadoso que se prolonga aún en el XX, y que se traduce en un auge de las cofradías, muy particularmente las de pasión, experimentando unos impulsos que solamente son interrumpidos por los acontecimientos bélicos.

Como hemos mencionado a finales del siglo XIX y con el resurgir de la devoción popular y procesional se impulsa la creación de obras religiosas. Para ello se recurre a personas concernidas con el mundo de la madera, artesanos que medio arrinconados vivían construyendo piezas de arte menor. Se pone entonces en marcha los talleres y los oficios relacionados con el mundo de las procesiones como talladores, imagineros, ebanistas, doradores, etc.

Estos talleres con posterioridad cobran vida y fama y llegan hasta nuestros días. Como los de reconocidas familias tales como, Alsina, Ponsoda, Rius, Mollar, Royo Rabazo, Hermanos Benlliure, Meneses, Palma Burgos, etc., proporcionan de tallas todo lo relacionado con el arte procesional.

Cierto que hubo necesidad de reponer la pérdida patrimonial que ocasionó la Guerra Civil, muy grande por cierto en nuestra Diócesis, pero después, la saneada economía y, sobre todo, el auge de una devoción popular están ocasionando un despliegue en la imaginería de caracteres insólitos. Así y a través de cuatro núcleos importantes como son: el andaluz, el castellano leonés, el levantino- murciano y gallego-catalán se aludirán los nombres más matizados.

En Andalucía destacan Castillo Lastrucci, Illanes Rodríguez, Juan Luis Vassallo; Francisco Buiza, Mateo Inurria, Francisco Palma Burgos, Amadeo Ruiz Olmos, Jacinto Higueras y Ortega Brú que son predecesores de los actuales imagineros Álvarez Duarte, Navarro Arteaga, Miñarro, Dube Luque o Romero Zafra.

En Valencia está representado en autores que aunque asentados en Madrid llevaron su carácter mediterráneo a sus obras como Mariano Benlliure, José Capuz, Ramón Mateo, Ignacio Pinazio, Carmelo y Octavio Vicent, José Ortell y Juan Adsuara. Más actuales son Tónico Balleste, José Esteve Edo, Salvador Furió, Rausell Sanchos… siguiendo su estela están autores que se encuadran en la escuela murciana como Planes Peñalver, Sánchez Lozano, González Moreno y José Hernando Navarra.

En Castilla y León tenemos también una gran pléyade de artistas. Así podemos mencionar a Federico Coullaut Valera, Pérez Comendador, Pérez Comendador, Ramón Lapayase, González Gil, Juan de Ávalos, Higinio Vázquez, Santos de la Hera.

Galicia y Cataluña aportan nombres a la imaginería contemporánea como José M. Acuña, Francisco Asorey, José Rivas, Juan Luis Otero, y en Cataluña Rebull Torroja, Soriano Montagul, Fita Molar que continúan con la tradición imaginero de la escuela de Olot representada en su tiempo por los hermanos Clará y por Miguel Blay. La características no se aparta de la tradición barroca, muchas veces por exigencia de demandas que pretenden sustituir lo desaparecido.

A veces, y muy escasas, se admiten improvisaciones más a tono con la vanguardia. Es el caso de la propuesta presentada por algunos escultores, el más destacado quizás sea el iliturgitano González Orea, con una obra muy geometrizante y angulosidades, fuertemente espiritualizada en arrebatos extáticos logrados sin desechar lo clásico del pathos helenístico. El retablo del Santuario de Tíscar, el de Cristo de las Batallas, de Andujar, el relieve de San Eufrasio en el Seminario de Jaén, entre otras son buenos ejemplos.

Pero Jaén se abre a las improvisaciones de mano de una de la primera figuras de la plástica escultórica española, Jacinto Higueras (6) de Santisteban del Puerto, y formado en Madrid con A. Queral y sobre todo con el valenciano Mariano Benlliure. Su estética no pierde los cánones clásicos adoptadas a las directrices modernistas. Unas de sus obras, evidente de este aislamiento lo tenemos en su Cristo de la Buena Muerte, realizado en 1927 y que se venera en la Catedral de Jaén. Este modelo lo repite en Villacarrillo en el Cristo de la Vera Cruz. Estas obras son piezas enfáticas, sin discordancias gesticulares y con perizoma al modo de los cristos renacentistas de la provincia. Gran labor tuvo este personaje en la provincia tras la necesidad de reponer, tras la Guerra Civil. Sus obras se duplican en muchas iglesias y santuarios. Sabiote, Santisteban, los Villares, Arjona y Úbeda.

Contemporáneos con los trabajos de Higueras se hace presente en el patrimonio imaginero de Jaén, el artista levantino Mariano Benlliure. Aparte de su posible autoría en terracota de la Asunción del Museo Diocesano, nos consta ciertamente su autoría con el Cristo de la Vera Cruz de Villanueva del Arzobispo, Cristo de la Caída de Úbeda y en dos piezas del Museo del Santuario de la Virgen de la Cabeza. Un Sagrado Corazón y un crucificado. En todos asoma su propio naturalismo tranquilo recalcado en el retrato.

De esta misma generación es Juan Luis Vassallo cuya máxima representación en nuestra Diócesis son los bellos relieves que componían el monumental rosario en el Santuario de la Virgen de la Cabeza, destruidos en 1936, excepto el que sugiere a la Coronación de María, donde se muestra en la estilización de la figura que mistifica las formas. Su obra maestra fue la reconstrucción del grupo escultórico de la Transfiguración de Cristo en el Monte Tabor del Salvador de Úbeda.

También el gran escultor José Capuz quedó entre el patrimonio imaginero de la Iglesia de Jaén. La riqueza de sus imágenes de busto redondo se muestra en las virtudes de Fe, Esperanza y Caridad de las ruinas de San Juan de Arjona.

Tres imagineros destacan entre otros en la reposición de la imaginería de posguerra: el malagueño Francisco Palma Burgos7, y los granadinos Domingo Sánchez Mesa y José Navas Parejo. Todos practicando un neobarroco muy metido en las tendencias de los grandes maestros granadinos, sembraron nuestras iglesias de imágenes religiosas, de descomunal belleza y calidad. A modo de ejemplo, por lo detallado de su total enumeración, podemos citar el Cristo de la Expiración de Sabiote, y el Cristo de la Columna de Andujar. De Navas Parejo citaremos la colosal Virgen del Carmen de Arjona y Sánchez Mesa cabe destacar el Cristo de la Vera Cruz de Jaén.

Citaremos también a Ramón Matéu. Su obra destaca en el cautivo de la parroquial de San Ildefonso de Jaén, pero sobre todo en las bellas y bizarras tallas, adornadas como “participes” romanos, de los patronos de Arjona, San Bonoso y San Maximiano, labradas hacia 1941, dentro aún de ese sentir triunfalista en que pretendió a mover la estilística del franquismo antes de decantarse por lo neobarroco.

Otros maestros fueron Rafael Barbero Medina, que dejó una obra de manierismo granadino en Campillo de Arenas. Y sigue la designa con los nombres de Alfredo Muñoz Arcos, Rubio Vernia, Constantino Urgentti, Víctor de los Ríos, Jacinto Higueras Cátedra, y sin olvidar a Juan Abascal Fuentes, escultor e imaginero muy notable en cuya obra se interpreta una gran corpulencia en innegable brío barroco no carente de expresividad serena.

Más recientemente, participando de este inusitado fervor cofradiero que nos asiste, tenemos que contar con obras salidas de los maestros Juan Martínez Carrillo, Juan Álvarez Duarte, Arjona Navarro, Baldío Ortega, Bartolomé Gor, Cubero Rivera, Dube de Luque, Espinosa Alfambra, González García, Luis G. Ray, González Jurado, Hernández de León, Pérez Hidalgo, Bernardo Foronda, Romero Zafra, José Antonio Navarro Arteaga y López Pérez.



(6) Anquita Herrador, R.; <Jacinto Higueras. El Artista y su obra>. Universidad de Jaén. 1995.

(7) En la actualidad, don Felipe Toral Valero, tiene en imprenta un libro biográfico de don Francisco Palma Burgos, que recoge, además de su amplia producción en el campo de las artes, muchas anécdotas y curiosidades de este bohemio artista.

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